jueves, 18 de abril de 2013

La vigorexia : El complejo de Adonis

La obstinación por eliminar hasta el último rastro de grasa y tener la figura ideal, puede llevar a correr grandes peligros por pasar largas horas en el gimnasio y excederse en el ejercicio. Por esto, hay personas que sufren una anomalía psiquiátrica que produce una distorsión en la percepción que tienen de su cuerpo y buscan obtener más masa muscular: la vigorexia.
Entre los famosos, hay varias estrellas que por gusto o por trabajo han debido exacerbar sus músculos. Por ejemplo, Taylor Lutner estuvo a punto de perder el papel de hombre lobo en Crepúsculo, ya que los productores necesitaban a alguien más robusto. Por eso debió entrenarse hasta alcanzar el rol que le dio gran popularidad y fama.
Así también, Sylvester Stallone luce grandes figuras en la última película Rambo, pese a sus 65 años, mientras que Ryan Reynolds desarrolló su masa muscular para la actuación protagónica en Linterna Verde.

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Arnold Alois Schwarzenegger (Pronunciación inglesa): , por su parte, se convirtió en uno de los símbolos de la gran musculatura, la que luego se vio desplazada por su labor como gobernador de California. Incluso fue modelo a seguir por muchos hombres que vieron en él al modelo ‘ideal’ para ser considerado como atractivo. 


Estudios realizados en Estados Unidos y en Europa demuestran que esta tendencia está en aumento y alcanza al menos el 10% de los hombres entre los 15 y los 30 años, quienes son los más afectados. Ellos buscan incrementar su musculatura porque creen lucir muy delgados y destinan gran parte de su tiempo al gimnasio.
La vigorexia -también conocida como complejo de Adonis- no está reconocida como una enfermedad, ya que tiene poca exploración, pero es considerada como un síndrome inverso a la anorexia.

¿Cuáles son los rasgos?

 En general, los vigoréxicos se miran mucho en el espejo sin sentirse satisfechos con su apariencia, se pesan varias veces al día, recurren al gimnasio más tiempo de lo adecuado para desarrollar más masa muscular y tienen una baja capacidad aeróbica. Además, su alimentación no integra grasas, pero sí una alta cantidad de carbohidratos y proteínas. El aspecto que más riesgos representa es el uso de anabólicos o esteroides sin suficiente control.
Se considera que estas personas tienen: baja autoestima, inseguridad, les cuesta relacionarse y basan su identidad de acuerdo a la imagen física. Por eso quienes sufren de vigorexia se alejan de las actividades sociales y prefieren entrenar con el fin de alcanzar la figura perfecta para recobrar la confianza en sí mismoLa vigorexia -también conocida como complejo de Adoniss. 


La vigorexia tiende a aparecer relacionada a otras enfermedades o trastornos y cuadros psiquiátricos como las obsesiones, la depresión, la ansiedad y la dificultad para dormir.
Peligro para el cuerpo y para la mente


En el área cardiovascular también tienen complicaciones producto de la baja irrigación sanguínea que genera el engrosamiento del músculo cardíaco. Así, los vigoréxicos están propensos a sufrir infartos. De la misma forma, se exponen a lesiones traumatológicas como tendinopatías, desgarros y fracturas óseas por estrés. La poca armonía corporal es frecuente, ya que el descontrol en el tamaño de los músculos produce un aspecto desproporcionado.
Desde la alimentación comienzan a producirse desbalances nutricionales que atacan al sistema renal. Esto dado que consumen más proteínas de las necesarias para un correcto funcionamiento, además de que comen bastante, pero sin variedad. Si a eso se le suma la ingesta de esteroides y anabólicos, el panorama se oscurece. 

“El abuso, o el uso crónico de los esteroides anabólicos sin control, es el que puede llevar a alteraciones importantes que se dan en varias esferas del organismo. Alteraciones del equilibrio hormonal que pueden producir disfunciones sexuales, hipoplasia gonadal, ginecomastia, caída del cabello, acné, otros cardiovasculares como hipertensión arterial, alteraciones en la coagulación de la sangre, y finalmente toxicidad hepática”.

En el plano psicológico, el tiempo que le destinan a conseguir una musculatura cada vez mayor, los lleva a apartarse de las actividades sociales y se relacionan sólo con quienes comparten su adicción, a la vez que se compara entre sí. Pese a esto, es posible abandonar la obsesión por el ejercicio. Las terapias cognitivas conductuales complementadas con inhibidores de serotonina consiguen eliminar los cambios psicológicos, sin embargo, son muy pocos quienes acuden a buscar ayuda profesional.
Para frenar el daño ocasionado, lo mejor es regular la alimentación y reincorporar todo tipo de nutrientes. simismo, el entrenamiento tiene que ser adecuado y realizado de forma responsable.

  
“El ideal es hacer ejercicio regular, no exagerar las cargas ni los tiempos, no terminar extenuado y fatigado, dar tiempo para la recuperación muscular, dejar días de descanso, mantener una buena alimentación equilibrada en sus componentes, reponer líquidos perdidos durante la actividad física”.


Luego de alcanzar el equilibrio mental y corporal, los vigoréxicos logran cambiar la percepción de su cuerpo, el control de sus pensamientos y vuelven a estar saludables corporalmente.




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